
Siempre la pensaba día y noche, no podía olvidarla. Cuando menos se lo esperaba aparecía ella en su mente, todos sus recuerdos eran de ella, las calles, los días, los aromas. Deseaba con todas su fuerzas que ella regresara. Había jurado nunca buscarla. Habían pasado ya varios años desde la última vez que la vio. Un día de tantos, despertó como siempre pensado en ella, decidió ir a buscarla a pesar de su juramento. Se arregló, compró flores en el camino. Llegó a donde sabía que ella estaba, el cementerio lucía solo, como casi siempre, dejó las flores sobre su tumba, lloró amargamente.
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