
Miriam paseaba sola por el parque todas las tardes, le gustaba observar las hojas secas en el suelo y sentir el frio invierno en su cara. Una tarde alzó la mirada hacia un hombre que se había parado frente a ella. Al verlo se desplomó fulminada de un paro cardiaco. El mismo hombre que le había roto el corazón hacía ya más de cinco años lo volvía a hacer, pero esta vez para siempre.
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