
La esperaba en vísperas de navidad. El 24 de diciembre me levanté temprano, hice limpieza general en mi departamento, lavé, barrí, aspiré, lavé platos, en fin, todo lo que generalmente no hago. Salí a medio día a comprar lo necesario para la cena, un poco de pavo, vegetales, ah y por supuesto un buen vino, compré cinco botellas de del mejor vino tinto, de regreso a casa pasé a comprar un ramo de flores, sería su primer regalo cuando llegara. Llegando a mi departamento de inmediato me dispuse a cocinar lo que había traído del mercado, seguí paso a paso la receta de un viejo recetario que guardaba precisamente para una ocasión así. Ya entrada la tarde, con el cansancio en mi espalda la cena estaba lista, arreglé la mesa, velas, vino, música navideña, sus flores. Me fui a dar un buen baño, me puse mi mejor traje, mi mejor perfume y me dispuse a esperarla. Sentado en la sala hacía mas placentera mi espera recordando aquellas cosas que habíamos pasado juntos, tenía los mejores recuerdos de mi vida con ella. Hacía ya tres años que se había ido de mi lado, perdí todo contacto con ella hasta hace tres semanas más o menos que le escribí un correo diciéndole que quería verla, que necesitaba verla, que deseaba que habláramos, en fin, simplemente que tenía ganas de verla. Ella accedió en respuesta con un mensaje corto: Está bien, cenaremos juntos en Navidad. Las velas se consumieron y la noche terminó, desperté sólo en el sillón. Cumpliste tu promesa de no verme nunca más.
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