Soy el caminante de la pena
que no logra vivir tu ausencia.
Raxas
que no logra vivir tu ausencia.
Raxas
Hay momentos en nuestra vida diaria que nos transportan a algún lugar y momento vivido, ya sea un aroma, un color, un lugar, una palabra, una canción, unos ojos, una boca, unas manos, una sonrisa, en fin, hay miles de cosas que nos pueden hacer recordar aquellos momentos llenos de gozo vividos en algún momento de nuestra vida. Lo malo sucede cuando esos recuerdos llegan con cierta nostalgia y en los momentos menos esperados, y generalmente se asocian con amores pasados, de esos en que la pasión era el principal alimento de la relación, en donde se ama y se es amado por igual. Desafortunadamente esa clase de amores duran poco, tienen la principal característica de ser posesivos, pero realmente esa es la verdad de amor: ser posesivo aunque si a verdades vamos es muy cierto que nunca llegamos a comprender la verdad de las cosas y menos la verdad de los demonios que habitan dentro del corazón. Y ahí vamos, creyendo que lo sabemos todo, suponiendo que amamos y que nos aman, dando tumbos pero cada quién sabe su verdad, lo que no sabemos, al menos durante la etapa de la posesividad es que casi siempre todas las relaciones son injustas pues por regla general una persona termina amando más que la otra y de esto nos damos cuenta cuando la relación termina ya sea por las buenas o por las malas pero terminamos dándonos cuenta de esta verdad. No cuesta mucho adivinar que para quien resulta ser la persona que amó más pues la ruptura se vuelve en una gran pena que lo embarga y lo abraza tan fuerte y tan profundo que en muchos de los casos es muy difícil salir de esa mala experiencia que hasta se han sabido de casos en que estas personas si no son atendidas con tiempo pueden presentar gradualmente signos de locura y en situaciones extremas hasta llegan a morir de amor.
Tu imagen se forma en las calles en que caminabas donde renacen tus palabras que al ído susurraban todas esas libertades que solo tú me dabas. Soy el caminante de a pena que no logra vivir tu ausencia, la vida se me hace una lamentación eterna que desgarra en un grito mi existencia.
Dejamos a nuestros recuerdos muchas veces tomar las riendas de nuestras nostalgias, lo que se necesita aprender es dejar fluir a los recuerdos solo como eso, como recuerdos sin ninguna influencia negativa en nuestros actos presentes o futuros y de esta manera tal vez aquel aroma, aquella caricia, aquella voz, aquel lugar o aquellos ojos dejarán de taladrarnos el corazón con recuerdos pasados.
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