enero 23, 2006

Muerte en el desierto

Se fue acercando hacia la sombra lenta y agónicamente, los rayos del sol le quemaban la piel y la agotaban aún más, quiso descansar bajo aquellos arbustos pero el dolor que se apoderaba cada vez más de su cuerpo le impedía moverse demasiado, la pérdida de líquido hacía que sintiera una sed extenuante y en los alrededores no había ningún indicio de agua. Todo alrededor era árido, solo había arbustos y cactáceas, para otros ojos parecía muerto, desolado, pero ella sabía que no era así en realidad, que la apariencia es engañosa pues ella conocía perfectamente el lugar y sabía que la observaban, dentro de los cactos había ojos, bajo esa piedra, bajo aquella otra y también en el aire. Con mucho esfuerzo logró llegar hasta la sombra que ofrecían reconfortante aquellos arbustos, cuando por fin lo consiguió se dispuso a descansar y de un solo golpe apoyó su cabeza en el suelo, mientras su mirada se perdía en el horizonte su vida comenzó a pasar ante sus ojos, recordó el día en que nació, aquel día que dentro del túnel abrió los ojos al mundo por primera vez, descubrió la luz de la vida, indefensa se arrastró hacia la entrada de aquel túnel, deteniéndose en la entrada sintió por primera vez el miedo, ese que se transmite de generación en generación por medio de signos genéticos y que les dice lo que deben y lo que no deben hacer. En este caso esa información le decía que se cuidara de otros animales hasta que sus colmillos fueran lo suficientemente fuertes para perforar la piel de los enemigos, además de que su cascabel comenzara a sonar para que éste diera la llamada de alerta ante cualquier depredador. Echando un vistazo hacia todos lados se aseguró de que no la viera nadie y apresuradamente se refugió en los arbustos que tenía adelante, desde ese entonces los arbustos fueron su escondite favorito.

Durante sus primeros meses no se alejaba mucho de aquel túnel, ni de aquellos arbustos pues temía a lo desconocido. Fue hasta un día cualquiera cuando el instinto la llamó a explorar nuevos lugares, a buscar su propio lugar, su propio territorio. Se armó de valor con un suspiro. Sabemos que los suspiros siempre nos dan valor o consuelo, y decidió abandonar su lugar para comenzar su viaje, decidió marcharse cuando el ocaso llegara, así evitaría los agotadores rayos del sol. Llegado el momento emprendió su viaje con mucho temor pero al mismo tiempo con una gran curiosidad. Después de varias horas de recorrido comenzó a tener esa no tan agradable sensación de hambre, la noche se había adueñado desde hacía varias horas del lugar, buscó un arbusto y se dispuso a descansar, se enroscó y esperó. De tanto en tanto miraba al cielo, contemplaba las estrellas y la luna, de pronto un pequeño ratón llamó su atención, seguramente buscaba algo que comer y para su mala fortuna se dirigía hacia una muerte segura, mientras olisqueaba algunas semillas fue mordido sorpresivamente y un par de minutos después cayó muerto y fue devorado. Estando satisfecha su hambre y habiendo recuperado fuerzas continuó con su camino.

Al siguiente día cuando el amanecer ya estaba asomándose llegó a un lugar totalmente solo en donde había uno que otro cactos, decidió descansar nuevamente y dormir un poco mientras el sol terminaba de salir, cuando despertó el sol ya comenzaba a dar vuelta al paisaje, entonces salió a tomar un poco de calor y calentar su cuerpo para reponer energías, de tanto en tanto le daba un vistazo al lugar ahora ya más iluminado y le gustó para quedarse, así que a los pocos minutos ya estaba delimitando su nuevo hogar. Encontró un túnel en el que entró, continuó por el mismo que tenía una longitud de unos dos metros aproximadamente y al final una pequeña bóveda con espacio suficiente para que diera vuelta, muy probablemente este sitió fue madriguera de algún otro animal, de esos a los que les gusta excavar en la tierra para hacer sus nidos. Es una opción muy obvia vivir bajo la tierra cuando el lugar está falto de árboles, pero ante tal situación no hay vuelta de hoja pues en sitios en donde nunca ha habido árboles el conocimiento de las madrigueras en los troncos huecos de los grandes árboles no sirve de nada, en fin. Así pasó el tiempo, y esto se sabe en el desierto porque pasan los soles y las lunas, pero hay noches que no pasan lunas y es entonces cuando las estrellan aprovechan esta oportunidad para hablarse entre ellas y brillar para que sean vistas. Todo transcurría de una manera muy normal, sólo de vez en cuando otro individuo de su especie llegaba con la necesidad de aparearse. Tuvo varias crías pero al igual que ella, después de un tiempo sus pequeños se alejaron para afrontar la vida solos. En algunas ocasiones se escuchaban extraños ruidos en el día, ruidos extraños que ella jamás había escuchado, un día de esos su curiosidad la motivó a saber qué animal era ese que, a juzgar por la potencia del sonido debía ser un animal enorme, al llegar al lugar lo que vio fue a seres muy grandes que caminaban en dos patas y a otro gran animal hacía un sonido muchísimo más fuerte y aplastaba todo cuanto se le cruzara en el camino, a ella le atemorizaba esto y nunca se acercaba demasiado, sólo permanecía algunos minutos en el lugar observando y huía cuando algún movimiento le causaba temor.

Seguía pasando el tiempo y al mismo tiempo la vida, el ciclo continuaba sin ninguna interrupción hasta que un día cuando ella estaba tomando el sol en una de sus rocas favoritas decidió emprender un nuevo viaje pues fastidiada de ver siempre lo mismo deseó conocer más allá de su territorio, conocer nuevas tierras. Esta vez no esperó el anochecer, el sol llegaba al cenit y bajo los rayos del astro emprendió su viaje, viajó durante todo el día pero ya al atardecer, cuando el sol ya se desvanecía tras las enormes dunas de arena escuchó de nueva cuenta aquellos ruidos que se acercaban cada vez más y muy rápido, cuando giró hacia atrás para ver en que posición venía la amenaza solo pudo observar aquel monstruo gris que pasaba por encima de ella, aquella bestia siguió su camino sin inmutarse, sin ni siquiera regresar para devorarla. Ella quedó paralizada del susto por algunos segundos, cuando quiso moverse no pudo hacerlo pues su cuerpo estaba roto por la mitad, el dolor comenzaba a hacerse insoportable, quedó tendida por varias, nadie acudió en su ayuda, sabía que iba a morir, la noche llegó sin luna y ella agonizaba bajo el brillo de las estrellas, volvió el día a reclamar su tiempo y ella trató de arrastrarse y tratar de regresar a su hogar pero no pudo moverse demasiado, estaba sola. No hay nada pero en la vida que morir solos, sin nadie que nos reconforte antes del último aliento. Con mucho esfuerzo consiguió llegar hasta la sombra de un gran arbusto en donde se resguardó, mientras se reconfortaba así misma los recuerdos de su vida se adueñaron de su muerte.

Reflexión: Pasado sin destino

Soy el caminante de la pena
que no logra vivir tu ausencia.

Raxas


Hay momentos en nuestra vida diaria que nos transportan a algún lugar y momento vivido, ya sea un aroma, un color, un lugar, una palabra, una canción, unos ojos, una boca, unas manos, una sonrisa, en fin, hay miles de cosas que nos pueden hacer recordar aquellos momentos llenos de gozo vividos en algún momento de nuestra vida. Lo malo sucede cuando esos recuerdos llegan con cierta nostalgia y en los momentos menos esperados, y generalmente se asocian con amores pasados, de esos en que la pasión era el principal alimento de la relación, en donde se ama y se es amado por igual. Desafortunadamente esa clase de amores duran poco, tienen la principal característica de ser posesivos, pero realmente esa es la verdad de amor: ser posesivo aunque si a verdades vamos es muy cierto que nunca llegamos a comprender la verdad de las cosas y menos la verdad de los demonios que habitan dentro del corazón. Y ahí vamos, creyendo que lo sabemos todo, suponiendo que amamos y que nos aman, dando tumbos pero cada quién sabe su verdad, lo que no sabemos, al menos durante la etapa de la posesividad es que casi siempre todas las relaciones son injustas pues por regla general una persona termina amando más que la otra y de esto nos damos cuenta cuando la relación termina ya sea por las buenas o por las malas pero terminamos dándonos cuenta de esta verdad. No cuesta mucho adivinar que para quien resulta ser la persona que amó más pues la ruptura se vuelve en una gran pena que lo embarga y lo abraza tan fuerte y tan profundo que en muchos de los casos es muy difícil salir de esa mala experiencia que hasta se han sabido de casos en que estas personas si no son atendidas con tiempo pueden presentar gradualmente signos de locura y en situaciones extremas hasta llegan a morir de amor.

Tu imagen se forma en las calles en que caminabas donde renacen tus palabras que al ído susurraban todas esas libertades que solo tú me dabas. Soy el caminante de a pena que no logra vivir tu ausencia, la vida se me hace una lamentación eterna que desgarra en un grito mi existencia.

Dejamos a nuestros recuerdos muchas veces tomar las riendas de nuestras nostalgias, lo que se necesita aprender es dejar fluir a los recuerdos solo como eso, como recuerdos sin ninguna influencia negativa en nuestros actos presentes o futuros y de esta manera tal vez aquel aroma, aquella caricia, aquella voz, aquel lugar o aquellos ojos dejarán de taladrarnos el corazón con recuerdos pasados.

La luna

Puede que vuelva a brillar el sol en la oscuridad
o puede que vuelva a soñar y a caminar sobre el mar
o puede que el sol se derrumbe y tiña de negro esta noche
o puede que el mar se enfurezca y le grite tu nombre a la arena.

Y pensar que tú estás aquí tan cerca y tan lejos de mí
y la sensación de enloquecer a cada segundo pensando en ti,
a cada mirada que hundimos, a cada palabra que dijimos
no vale la pena llorar, no vale la pena mirar hacia atrás.

Y el sol en tu mirada quemará mis alas de papel
y del cielo me verás caer como un cuerpo
sin alma ni fé.

La luna… que ya está cansada de tanto escuchar
la luna… hace que el viento enfurezca al mar
la luna… mira la lluvia en soledad.

enero 05, 2006

Reflexión. ¿El año viejo es en verdad viejo?

Yo no olvido al año viejo
porque me ha dejado cosas muy buenas.

Canción popular

Crecemos con la creencia de que los años caducan, es decir, que llegan a la cenetud y terminan. Esto lo aprendemos en la escuela, en la casa, en la calle, en la televisión, la radio y demás medio de comunicación y aprendizaje, pero ¿realmente quedan inservibles los años pasados?. Creo que no, cada año nos sirve para aprender, para crecer, para hacer, para no hacer, para ser o para no ser, pero lo que es muy cierto es que estamos regidos por ciclos y cada 365 dias (si el año no es biciesto) se cumple un ciclo anual. En un año se pueden hacer muchísimas cosas o lo contrario, pero a mi parecer un año nunca es suficiente, siempre queda una pila de libros para una improbable lectura, miradas que no llegaron al beso, besos que no culminaron en amor y un sin fin de recuerdos que nos ponen nostálgicos cada fin de año.

Hay que vivir plenamente cada día para que al concluir el año esos recuerdos sean el motivo para seguir con otro mas, los momentos tristes siempre aparecerán y tampoco es bueno borrarlos, en alguna parte alguna vez leí "Olvidar la historia es condenarse a repetirla", y bueno, hay que tratar de crearnos recuerdos felices para recordarlos con alegría cada fin de año, de tal manera de que un año nunca envejece, simplemente termina su tiempo, pero sigue en los recuerdos tal y como fue en su tiempo, porque si tuviera mas tiempo para darnos nadie lo pararía, y pues hay que limitarlo, todos los años tienen la misma oportunidad de hacernos vivir y cada uno con el mismo tiempo. Por lo tanto solo tenemos cierto tiempo para vivir, probar, jugar, amar, soñar, etc., después llegará otro omento para volver a hacerlo pero ya con otras espectativas, porque eso es lo que nos hace el tiempo: nos cambia, debido a ello si pudiéramos retroceder y vivir las experiencias que vivimos en alguna parte de nuestro pasado ya no serían las mismas porque el tiempo nos cambió, y esto no es malo, es ley de vida, todo evoluciona, todo cambia, todo está en movimiento.

Hay que dejar lo pasado y dejar el año "viejo" de igual manera, lo que nunca tenemos que hacer de lado son los recuerdos porque nunca sabemos en que año podamos necesitarlos.