Daniela se encontraba ahí,
en el centro, en medio, en el ombligo del gran laberinto, sentada esperaba,
pasaban horas, días, esperaba, ofrecida en sacrificio al Minotauro aguardaba su
hora. Por un tiempo, la gente dejó de preocuparse por el Minotauro, al que había que
aplacar con sacrificios humanos. Un día decidieron ir a buscarlo, encontraron a
Daniela plácidamente recostada sobre el pasto, los miró sin darles importancia, ellos
quisieron rescatarla pero ella no quiso, prefirió quedarse dentro del
laberinto, sin comprender ellos se fueron para jamás regresar. Lo que nunca
supieron fue que Daniela esperaba con ansias noche a noche el encuentro con su
Minotauro.
1 comentario:
Cada noche lo podría esperar....
Publicar un comentario