diciembre 28, 2010

De Fin de Año




Para su mala suerte, a Elizabeth le había tocado trabajar el 31 de diciembre, desde las 10 de la mañana esperaba que dieran las 15 hrs para salir, ya que la jornada terminaba a esa hora por ser fin de año. Cuando por fin el reloj señaló la hora de partir ella rápidamente se dirigió a una tienda departamental, buscó la lencería más sexy y la compró. Al llegar a su departamento se dio una ducha, se arregló, se puso un vestido muy sensual y salió, a las 7 de la tarde todas las personas se dirigían apresuradas a los lugares donde iban a despedir el año. Ella llegó a un bar, el ambiente era agradable, muchas parejas y chicas agradables con vestidos muy cortos o en lencería. En medio de hombres y mujeres y con un ambiente lleno de lujuria Elizabeth recibió como a ella le gusta al año nuevo.

septiembre 11, 2010

De placeres



María José caminaba por aquel edificio apresuradamente, el sonido de sus tacones rompían el silencio que a las doce de la noche acostumbra apoderarse del lugar, su minifalda dejaba ver sus hermosas piernas bien torneadas y su escote permitía imaginar unos pequeños y hermosos senos. Al llegar a la habitación 324 llamó a la puerta, un tipo bien vestido la recibió dándole un beso en la mejilla y tomándola del brazo para acompañarla adentro, en el interior cinco hombres más vestidos de etiqueta con una copa en la mano la estaban esperando, de inmediato María José los saludó con una sonrisa y recibió del último hombre un fajo de billetes. Varias cámaras de video estaban encendidas en los cuatro puntos de la habitación y conectadas en directo a la gran pantalla de plasma que adornaba la sala, uno de los tipo se acercó a María José y comenzó a tocarla, posteriormente otro se le unió besándole las piernas y poco después los cuatro restantes se abrían paso para manosearla. Uno a uno les chupó el miembro hasta que fue penetrada por cada uno, posteriormente por dos a la vez mientras pedía uno más en la boca. Las posiciones en las que la penetraron fueron diversas e inimaginables mientras ella se observaba en cada uno de los recuadros en la pantalla de plasma. Solo gritos, gemidos, palabras obscenas y humo de tabaco salía por las ventanas y por entre la puerta, y una que otra persona que pasaba solo volteaba curiosa sin imaginar lo que sucedía. Después de tres horas María José volvió a vestirse, bajó las escaleras, una persona en un auto la esperaba en la entrada del edificio, ella se acercó sonriendo y le dio un beso en la boca, le mostro el fajo de billetes, subió al auto y se perdieron en la oscuridad de la noche.

junio 01, 2010

Sonia

Sonia me observaba con cierto temor, su vestido rojo se le entallaba al cuerpo, sus caderas bien formadas se contoneaban mientras ella desesperadamente trataba de esconderse en algún rincón de aquel cuarto de azotea. Yo solamente podía mirarla, atado de pies a cabeza a una silla me era imposible moverme, el revolver justo a mis pies aún permanecía tibio después de escupir tres tiros destinados al cuerpo de Juan Carlos, el primero fue en la pierna que lo hizo caer y retorcerse en el suelo, el segundo atinó al hombro izquierdo y el tercero fue el certero, en medio de los ojos encontró lugar. -Si tuviera mejor tino me hubiera ahorrado dos balas-, me dijo Sonia asustada.

abril 20, 2010

La última en el metro


Viajo sin inmutarme. El metro contiene olores a desgracia, a tristeza, a coraje, a sexo, a mugre, a perfume Carolina Herrera, a nostalgia, a día nublado, a torta de jamón, a cebollas, a coladera, a sudor de axila, a pasado, a ella, y a la otra, y a la otra también. Nadie voltea a verme y sin embargo yo veo a todos. Gestos, caras, risas, miradas, palabras. Una muchachita de buen cuerpo sube a vender discos, pone play a su reproductor portátil y suenan pedazos de canciones, a nadie le interesa lo que vende pero muchos están interesados en su cuerpo, observan sus pequeños senos casi perfectos bajo una playerita blanca, también admiran su trasero cubierto por una tela gris ajustada. Un ciego pasa junto a mí pidiendo monedas a cambio de chicles, se abre paso casi a empujones. Otra persona canta una ranchera con un acordeón mientras un niño de unos seis años nos pide monedas a cada uno. El recorrido casi llega a su fin, solo faltan tres estaciones. En la penúltima parada una mujer hermosa aborda, pelo negro y lacio, pantalón entallado negro a la cadera, botas negras de tacón alto, blusa negra muy femenina, toma asiento con la mirada baja. Me enamoro, casi todos los días me enamoro en el metro, pero esta vez hay algo especial. La mujer levanta la mirada y me encuentra, yo no puedo esquivarla, es realmente hermosa. En la última estación ella se levanta, salimos por la misma puerta, al pisar el andén me toma del brazo y me sonríe, me conduce hacia el final del andén. Bajamos hacia las vías, no puedo dejar de verla, me tiene enloquecido y acepto todos sus movimientos. De pronto un ruido me hace voltear hacia delante, el tren no pudo frenar. Minutos después la estación se llena de gente, policías y paramédicos se abren paso entre la gente. Mi cuerpo entre las vías quedó inmóvil. La mujer de negro se aleja por el túnel, nadie la nota.

febrero 15, 2010

El regreso


Los cuerpos se descomponían bajo el sótano, no había suficiente tierra como para cavar una tumba, solo podía ocultar lo que se podía. Mi casa estaba a fuera de la ciudad, a causa de mi soledad nunca me relacioné con nadie así es que nadie me visitaba, nadie podía oler aquel hedor dentro de la casa, yo ya me había acostumbrado a él, además las ratas roían y ayudaban a que los cadáveres se desintegraran más rápido. Aún conservaba en el refrigerador un par de hígados y tres pulmones, pensaba cocinarlos hoy para cenar, tal vez unos vegetales complementarían el platillo. Mientras ponía dentro de una olla los pulmones ennegrecidos pensaba en ella, fue entonces cuando tocó la puerta, abrí y la vi ahí parada, a pesar de los años seguía igual, esa miraba que me encantaba me observaba de la única manera que yo conocía, sus ojos expresaron mil sentimientos, su pelo despertó en mi aquellos recuerdos, su piel cuando apenas atiné a saludarla y darle un beso en la mejilla me recordó aquellas apasionadas noches. Me encontraba realmente sorprendido, pensé que nunca la volvería a ver, no podía pronunciar ni articular palabras, mi nerviosismo aumentó, recordé lo placentero que era mirarla, volví a ser feliz simplemente al sentir su mirada en la mía. No sabía el motivo de su llegada y no me interesaba, simplemente estaba ahí, lo que siempre había deseado: que ella regresara algún día. Ahora era para mí, había vuelto y sería para siempre, nunca jamás volvería a dejarme, la abracé y le clavé una daga en la espalda, solo un quejido escuché cerca de mi oído, la aparté y sentí su mirada de pánico, me besó con su último suspiro.

enero 08, 2010

El año pasado

El año pasado, en alguna parte del planeta, un rayito de luz solar terminó su viaje de ocho minutos a la Tierra y se detuvo en las hojas de una caña de azúcar. Misteriosamente, esa azúcar fue a dar al té que tomo por la mañana. En mi desayuno, bebí a sorbitos la luz solar del año pasado. Ahora, esta comienza a alimentar mis viejos músculos. Ya oscureció, y me dirijo a casa en mi bicicleta. La luz solar transformada en fuerza muscular de pronto se convierte en energía de pedales, luego en tirón de cadena, en giro de rueda, en calor de filamento y, finalmente, desde el faro, ¡en luz otra vez!.

Malcolm Wells
Enviromental Action Bulletin