
Mientras el cadáver de Sofía se descomponía dentro de su clóset cientos de gusanos se comían sus entrañas, su vello púbico, sus emociones, su corazón roto cinco veces, sus miedos y obsesiones… sus entrañas. Algunos gusanos habían ya hecho pupa de las cuáles emergían pequeños
ángeles, aún con sus alas húmedas trataban de
volar pero caían al suelo, caminaban y extendían su plumaje de color beige, mientras se iban secando las plumas adquirían un color blanco y una textura tersa y suave. Cuando al fin podían levantar el
vuelo se dirigían hacia la ventana donde chocaban como moscas tratando de salir en busca de mas almas que devorar.