Era víspera de Navidad, el clima era caluroso, vivir en
una playa del trópico siempre resulta en noches fresas y días calurosos, pero
aquella noche hacia calor. Rodrigo paseaba por la playa, pensando en la soledad
que le acompañaba. Se detuvo un momento para contemplar el atardecer, caminó
hacia el mar, se adentró sin volver la vista atrás. Las olas lo sumergieron,
olvidó la soledad y todo aquello que lo aquejaba. En el mar flotaba ahogado,
flotaba libre.