junio 01, 2010

Sonia

Sonia me observaba con cierto temor, su vestido rojo se le entallaba al cuerpo, sus caderas bien formadas se contoneaban mientras ella desesperadamente trataba de esconderse en algún rincón de aquel cuarto de azotea. Yo solamente podía mirarla, atado de pies a cabeza a una silla me era imposible moverme, el revolver justo a mis pies aún permanecía tibio después de escupir tres tiros destinados al cuerpo de Juan Carlos, el primero fue en la pierna que lo hizo caer y retorcerse en el suelo, el segundo atinó al hombro izquierdo y el tercero fue el certero, en medio de los ojos encontró lugar. -Si tuviera mejor tino me hubiera ahorrado dos balas-, me dijo Sonia asustada.