Mientras el asesino la despojaba de su vistoso vestido sacaba de su bolsillo una navaja, Marta estaba asustada pero en el fondo le complacía que un extraño la poseyera de brutal manera, la contuvo contra la pared mientras le manoseaba los senos, se bajó el cierre del pantalón y le hizo a un lado la tanga de encaje negro, sacó su miembro erecto clavándoselo sin compasión alguna, Marta simplemente cerró los ojos y se dejó penetrar salvajemente. El asesino cortó con la navaja el cuello de Marta, la sangre emanó incontenible al igual que su semen dentro de ella. Marta se desvaneció, cuando yacía en el suelo sólo una sonrisa se le dibujó en el rostro.
